Cómo enfrentar el duelo de perder a una madre: Un proceso de despedida
Ser humana y decirle sí a un proceso de iniciación ♡
Bienvenida a Auténticamente Alineada, un espacio para mujeres sensibles, creativas y profundas que desean vivir en coherencia con su verdadera esencia. Aquí encontrarás un refugio para vivir en armonía con tu esencia femenina, reconectar con tu verdad interior y dejarte guiar por la sabiduría de tu intuición. En este espacio, celebramos los ciclos naturales de la vida como portales de sabiduría y transformación orgánica.
Si sientes el llamado a vivir una vida más intencional, creativa y a tu propio ritmo te invito a formar parte de esta comunidad.
Mi alma me está guiando y yo me voy dejando llevar.
Allá a donde vamos es difícil de contextualizar.
Sólo sé que es un vacío y que está lleno de profundidad.
Desde la incertidumbre en la que me encuentro he decidido lanzarme, adentrándome cada vez más a las profundidades de lo que me está llamando.
Acá justo en medio de todo, me gustaría invitarte a que me acompañes.
A pesar de que sé que esta metamorfosis es íntima y sólo mía, siento que compartirla es parte de mi proceso de sanación e integración.
Es por eso que hoy me entrego.
Me lanzo al vacío.
Aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy…
… y tú estás conmigo. Gracias.
La voz de mi alma
Hablar de la voz de mi alma se siente vulnerable y complicado. A veces me cuestiono si debo describirle como «alma» ya que es algo tan abstracto y personal. Sin embargo, una parte de mí me pide que confíe en este concepto que ha sido nombrado y utilizado a través del tiempo. Aunque hablo mucho de espiritualidad me considero ser una persona con un nivel saludable de escepticismo. Siempre estoy abierta a un cierto margen de error, contradicción o un alto desconocimiento. Y es que no es para menos, el misterio de la vida es enorme. Ningún ser humano comprende en totalidad la "realidad".
Mientras más aprendo más reconozco que lo poco que sé es minúsculo en comparación a la vastedad del universo.
Últimamente he comenzado a observar al universo desde una perspectiva femenina. Como esa Gran Matriz de la que todos hemos venido. El útero sagrado que pacientemente ha gestado todo. La infinidad experimentándose a sí misma.
Esta nueva forma de relacionarme con la TOTALIDAD, La Gran Madre, nace del potente y especial llamado que la energía femenina me está haciendo y que me está pidiendo que le exprese. Está muy conectado con la iniciación en la que me encuentro.
Es por esto que esta carta nace de lo que hoy está vivo en mí: mi vulnerabilidad, mi manera de responder a este llamado que aún no entiendo y las ganas que tengo de honrar aquello que nos refleja de vuelta nuestra propia humanidad. Lo crudo, lo real, lo que es y sólo es. La magia del misterio.
Lanzándome al vacío
Las certezas con las que vivo hoy y todo lo que voy compartiendo en este espacio nace de mi experiencia humana. De lo que me ha tocado vivir, aprender, integrar y co-crear.
Dentro de mi sinnúmero de experiencias de vida han sucedido cosas que no califican como tangibles y que son inexplicables. Es precisamente ahí donde mis márgenes y perspectivas de "la realidad" se expanden a la posibilidad de que existe muchísimo más de lo que normalmente creería.
No hay una forma concreta en la que yo pueda explicarte cómo hago la diferencia entre la voz de mi alma y la voz de Paloma. Para mí los susurros de mi alma se sienten como un diálogo interno conmigo misma. Una diferencia que he notado es que la voz de mi alma es una voz mucho más amorosa y sutil, bien sutil. Es la voz de mi mejor versión. Al mismo tiempo no soy yo. Esta voz está llena de una mayor sabiduría.
Sé que se lee contradictorio. Sé que estamos acostumbrados a crear separación entre el alma y nosotros. Si lo pensamos bien, tiene sentido que la voz del alma se sienta humana. Y que se sienta como un diálogo interior con una misma. Desde mi punto de vista es la manera más sabia de abrir el espacio para que comencemos a establecer una relación con ella. Al esta voz sentirse como una parte de nosotras mismas nos permite ser guiadas por su sabiduría sin que le pongamos tanta resistencia. Y créeme, aún así nos cuesta…
Verás, escuchar la voz de mi alma no es algo que escucho de manera mística, es algo que siento y que se siente como yo misma la gran mayoría del tiempo. Se siente totalmente cotidiano pero con muchísimo poder interior. Sin embargo, te puedo asegurar que cuando comienzas a relacionarte con tu alma, le abres el espacio para escucharle y comienzas a confiar en lo que te tiene que decir, ella se hará sentir con muchísima más fuerza. Ella te pedirá momentos de quietud y entrega. Porque ella siempre está lista para estar a nuestro servicio. Ella quiere conversar. Y ella está aquí guiándonos casi de manera imperceptible la mayor parte del tiempo.
Para mí el alma es una energía palpitante que a pesar de su gran poder nos habita en el cuerpo con muchísima gentileza y compasión.
Personalmente le agradezco muchísimo a mi alma su cortesía. Ella me sostiene y me guía desde donde estoy y con lo que tengo. No me pide más de lo que ella sabe que puedo sostener aquí y ahora. Ella conoce mucho mejor que yo qué es lo que vinimos a hacer juntas en esta experiencia humana. Ella también sabe que no hay un solo camino para llegar ahí.
El libre albedrío es real. Nuestra historia se escribe mientras vamos transitando la experiencia humana. Ahora bien, si hay enseñanzas fijas o no en nuestro destino no lo sé. Creo que sí. ¿Pero quién soy yo para saber?…
Me relaciono con mucho respeto con esa parte de mí, con mi alma, con esa sabiduría interior que nos habita y que trasciende tiempo y espacio. Es por esto que yo tampoco le exijo más claridad o intervención en mi vida; más allá de la que ella entienda es necesaria.
Me gustaría compartirte una de las oraciones que intuitivamente he creado y con la cual usualmente abro el espacio de conversación con mi alma:
"Con humildad te pido, que desde tu luz, me muestres solo aquello que está listo para salir de la sombra. Eso que está listo para ser alquimizado en el aquí y ahora. Desde donde estoy y con lo que tengo. Con amor y sutileza. No solo para mi bien sino para el bien de todos quienes me rodean. Que así sea. Amén."
Siempre hago mis rezos con cautela porque genuinamente no creo que vinimos a la experiencia humana a comprenderlo todo (o sanarlo todo de una). Creo que el cosmos es perfecto tal y como es. Creo que más que nada vinimos a la experiencia humana a vivirla y que por eso la llamamos experiencia. Para mí, es el misterio y la falta de comprensión de todo en la vida lo que la hace tan especial y poderosa. Y es ese mismo no saber, lo que nos permite verdaderamente aprender. Sobre todo, aprender a soltar y entregarnos a lo que es.
El alma para mí es indescriptible. Al mismo tiempo es antigua, pura y pertenece al origen del TODO.
La verdad es que ni siquiera podemos comprender bien qué es. Por más que estudiemos y escribamos sobre ella sigue siendo un completo misterio.
Sin embargo, hay algo en mí que me dice que es una energía que está igual de viva que el cuerpo humano y que tiene su propia conciencia y capacidad. La única manera en que te puedo explicar cómo he llegado a esta conclusión es a través de mi experiencia. Y para eso tengo que narrarte la última conversación que tuve con mi mamá (y su alma).
La última conversación…
[ Mi renacimiento espiritual ]
La última vez que vi a mi mamá con vida fue en un cuarto de habitación que carecía estéticamente de un sentir cálido — escribo esto y mi corazón comienza a palpitar, las lágrimas comienzan a bajar y me doy cuenta de la enorme tristeza que pulsa dentro de mí. Lo que está vivo. Este es mi elogio a lo que está vivo en mí.
Era un espacio en la habitación medio oscuro, las luces artificiales que nos rodeaban parecían reflejar el mismo proceso de decaimiento que estábamos viviendo ella y yo. Hacía calor. A poca distancia de mí yo observaba un cuerpo que parecía que ya había fallecido. Era una imagen increíblemente cruda que sin duda le desgarra el corazón a cualquier persona. Mi corazón sintió presión. Sin embargo, al mismo tiempo, sabía que había una belleza inexplicable en este nivel de crudeza. En lo más real que he visto en mi vida. En la representación más clara de lo que verdaderamente trata la vida: la muerte.
Mi mamá aún estaba ahí, en ese cuerpito frágil que yo observaba; de eso yo no tenía la menor duda. Y a pesar de que su cuerpo no hizo ningún movimiento al yo dar los primeros pasos en la habitación, ella también sabía que por fin su espera había culminado. Yo había llegado. Yo había encontrado la fuerza para ese último adiós.
Su cuerpo no se movía en lo absoluto, sus ojos estaban cerrados… pero qué mucho tenía que contarme mi mamá sin palabras ni gesticulaciones.
Lo primero que me dijo fue: "Te estaba esperando, gracias por estar aquí".
A lo que yo le respondí: "Nunca has dejado de ser madre, mami. Sabías lo mucho que este momento significaría para mí. Conoces mi dolor. Gracias mami por ser madre ante todas las cosas. Porque a pesar de que en ocasiones yo creía saber más que tú, tú fuiste sabia y me dejaste ser. Pero aquí estoy y reconozco la sabiduría que tienes y que solo una madre entregada como tú puede tener. Gracias por este enorme regalo que me haces, gracias por darme la oportunidad de esta íntima despedida. Sabes lo mucho que lo necesitaba. Gracias mami, de verdad, gracias…"
Ese día fue el día en que más sentí a mi mamá ser madre. Allí donde el dolor era profundo y cortaba el aire como una navaja recién afilada. Allí mami me dio tanto, pero tanto, que siento que estoy en una enorme deuda con ella…
Bajé la mirada y observé la imagen de un monstruo iluminada en la pantalla de mi celular; tomé una respiración profunda, recordé lo importante y sutilmente le agarré la mano a mi mamá…
La llamada del Monstruo
Minutos antes de aterrizar en el aeropuerto de Orlando y de poder entrar a aquella calurosa habitación donde se encontraba mi mamá, yo había culminado de leer en mi kindle el libro de "A Monster Calls" del autor Patrick Ness. En mi proceso de duelo me identifiqué mucho con el personaje de Conor O'Malley, el protagonista de esta historia. Vi la película más de una vez entre los pasados dos años. Y siempre sentía el dolor de Conor O'Malley a flor de piel — "¡Qué fuerte! Qué valientes tenemos que ser cuando nos toca acompañar a otros en su lecho de muerte. Cuando tenemos el enorme privilegio de hacerlo pero aún sigue siendo increíblemente difícil de procesar" — siempre pensaba. En mi opinión el libro es igual de mágico que la película y te recomiendo ambos.
La historia de Conor está increíblemente conectada con mi proceso de duelo. Me fue guiando y ayudando a aceptar el desgarrador hecho de que mi mamá iba a morir y el sinnúmero de emociones que una siente durante este intenso proceso. Honestamente, se sintió irreal terminar de leer el libro horas antes de esa gran despedida. Estoy en deuda con ese Árbol de Tejo…
Esta imagen es la imagen que miré en la habitación. La guardé como imagen de portada en mi celular antes de aterrizar a Orlando. En la historia de "A Monster Calls", Conor O'Malley piensa que este monstruo, el Árbol de Tejo —un árbol medicinal que le visita todas las noches— está visitándole cada noche para enseñarle cómo él puede sanar a su mamá. Pero la realidad es otra, la razón por la que el monstruo lo visita cada noche es para sanarlo a él. Para ayudarle a procesar que su mamá va a morir y para que aproveche cada instante junto a ella. Sobre todo, la despedida. Mientras estuve con mami en la habitación, mirar esta imagen me ayudó a recordar lo importante que era estar ahí con ella desde la presencia. Entendiendo que el monstruo de la muerte estaba ahí con nosotras para sanarnos a las dos. Para acompañarnos en nuestros procesos individuales. Para poder soltar, poder dejarla ir…
La súplica
En el avión, en el carro, abriendo la puerta del lugar donde mami se encontraba, le pedía a su alma que esperara por mí, que ya yo estaba muy cerquita y loca por verle — "Estoy cerca mami, estoy aquí, estoy aquí" repetía en mi mente. "Por favor, por favor, por favor, espera" — tick-tock, tick-tock, tick-tock…
Hoy sé que no tenía que pedírselo, mami estaba esperando por mí. Verdaderamente lo estaba. La enfermera de turno, cuando me vio entrar a la habitación, me lo dijo; de una manera muy intuitiva ella también sentía que mami estaba esperando por alguien. A pesar de que sé que esto se puede leer muy creído, no puedo negar que fue un hecho. Mi mamá fue madre hasta el último momento. Mi mamá sabía mejor que yo…
¿La habitación o otra dimensión?
Luego de ese intuitivo reconocimiento entre mami y yo, sentí un mar de emociones, toda clase de emociones. Sin embargo, el tiempo seguía haciendo "tick-tock" y yo ahí estaba, en el medio de todo.
No hay manual que te prepare para despedirte de la persona que más amas en el mundo. Una no quiere cometer errores. No quiere tener arrepentimientos. La presión es verdaderamente grande y las preguntas infinitas…
Sabía que tenía que ser fuerte por ella. Siempre fui su sostén y este era el momento más importante de todos. Mami confiaba en mí. Si yo estaba en paz ella estaba en paz. Una vez más le pedí a Dios que me guiara. Intuitivamente siempre supe en el fondo que era yo quien estaba encargada de prepararla en su trascendencia. Pero en aquel momento yo me sentía tan chiquitita. No tenía nada de preparación para algo así de grande —el regalo más hermoso que la vida me ha dado.
Al principio la energía de la habitación se sentía de una forma que no puedo describir. Era como si hubiera muchas ganas de algo. Era sublime. Era algo que aún no sé. Tal vez eran las sinnúmero de emociones que mami estaba sintiendo y que le hubiera gustado verbalizar. Había ganas, muchas ganas. Una parte de mí siente que mami estaba ansiosa por tener esa última conversación conmigo. Tenía ganas de escuchar mi voz. Tenía ganas de que una vez más, su hija Paloma la guiara y la hiciera sentir mejor. Esta vez en el momento más importante de su vida: su trascendencia. Creo que había muchas cosas que ella hubiera querido compartirme y decirme de manera concreta. Sin embargo, logró decirme muchas cosas a través de la dimensión del alma. Para mí mami estaba como en un entremedio. Por una parte no sabía a dónde iba y al mismo tiempo sabía un poquitito más que yo.
Sosteniéndole su mano por cuatro horas corridas, le hablé sin parar. Le dije TODO, TODO lo que sentía tenía que decirle en vida. Le canté canciones que me inventé en ese preciso momento sobre el increíble amor que le tenía y le repetía cantando las frases una y otra vez. Quería que las sintiera. Las cantaba como una nana, las cantaba con un amor y una paz inexplicable. Las palabras y los mensajes que salían por mi boca en cierto sentido yo sabía que venían del más allá, de la mejor versión de mí misma, de mi ser superior y de mi alma que estaba en una conversación íntima con la de ella. Algo estaba sucediendo tras bastidores que mi mente humana no puede comprender. Yo creo que nuestras almas estaban amorosamente interconectadas. De alguna forma estaba pasando la conversación acá en el planeta Tierra y al mismo tiempo, había otro diálogo, en otra dimensión que no pertenece a este tiempo y espacio. Un lugar donde su alma y la mía se reconocen. Un lugar profundamente sagrado.
En una ocasión le expresé a ella que nuestras almas habían hecho un pacto antes de venir a la Tierra y que ésta no era la única vida en que nos habíamos amado con tanta intensidad. No te puedo decir por qué lo dije, pero en ese momento para mí era una certeza. Mami y yo estamos conectadas, lo sé. Ahora después de su muerte me queda muy claro que en esta vida no he amado a nadie más con tanta intensidad.
La alquimia
A través de la conversación, la energía de la habitación fue cambiando. Sentía a mi mamá más liviana. En cierto sentido yo sabía que una parte de ella no quería irse. Fueron tantas las cosas que no tuvo la oportunidad de hacer. Intenté hacer lo mejor posible para que supiese que todos nosotros, su familia, íbamos a estar bien. De hecho, me atreví a decirle que desde el cielo podía ayudarnos aún más: "… aunque se escuche cruel mami, desde el cielo creo que nos puedes guiar aún más. No te vas a perder de nada, vamos a estar más cerca aún."
Intuitivamente sabía las respuestas que ella me brindaba. De hecho, sentía cómo las cosas que le decía resonaban con ella. Sentía lo que le rompía el corazón, lo que le preocupaba y lo que le inspiraba. Inclusive, sabía cuando ella me decía "Ay, boba" o cuando se sonreía por dentro. Sabía sus preocupaciones y miedos en relación al misterio que le esperaba. Y así, intuitivamente la fui guiando.
Llegó un punto, como ya a unas 3 horas de charlar, que sentí que mami quería verme una última vez. Ver mi sonrisa y las gesticulaciones llenas de vida que siempre hago. También yo quería sentir su mirada una vez más… Decidí con mucho respeto abrirle la pestaña de un ojo (para ese entonces mami casi ya no abría los ojos y teníamos que ayudarle la mayor parte del tiempo)… Y ¡uff!, esa mirada era otra cosa. Su ojo no se movía en lo absoluto. Era una imagen totalmente cruda e intimidante. Respiré profundo y sonreí. El resto del tiempo que estuve compartiendo con ella me quedé fijamente hablándole, sonriendo y mirándole directamente a ese ojo. Sentía su ausencia y su no ausencia al mismo tiempo. El entremedio. Era increíblemente fuerte sostenerlo todo al mismo tiempo.
Mientras estuve dentro de la habitación sentía que mami me observaba. No desde su cuerpo, desde una esquina en particular del cuarto; a veces la sentía en todos lados. La sentía cerca. Sentía que ella estaba entendiendo todo lo que le decía y estaba pasando. De una forma que no puedo explicar, yo sabía que esa que me observaba en algún rincón de la habitación no era la madre enferma con Párkinson y Demencia, era mi mamá en su totalidad. Era mi mamá ♡.
Las últimas palabras
Cuando llegó el momento de despedirnos, sentí que mami no quería que me fuera, quería disfrutarme un ratito más. Sin embargo, tuve emociones encontradas. En aquel momento no sabía qué hacer. Estaba agotadísima del vuelo que tomé a última hora y, emocionalmente, me sentía drenada. Contemplé quedarme en la habitación dos veces, pero no le hice caso a mi intuición. A esa voz sutil que me estaba hablando y hoy este es uno de mis grandes arrepentimientos.
Tomé mis cosas y con sutileza, pero con seguridad, le dije a mami que yo sabía que ella podía trascender sola, que no necesitaba de mí, que ella era una mujer valiente y que abuela Abaita (su mamá) la iba a acompañar en su proceso. Siendo honesta, me sentí mal de haberle dicho que trascendiera sola, fue difícil decirlo. Pero yo no estaba segura de si verdaderamente quería presenciar ese último aliento. No sabía cómo me iba a sentir o cómo me iba a marcar esa última imagen. Hoy honro que yo también estaba procesando muchas cosas y que en aquel momento aún pensaba que a mami le quedaba un tiempito más de vida. Las enfermeras anteriormente nos habían comentado que cuando una persona está a punto de morir, naturalmente su respiración cambia. Además, habían acordado en dejarnos saber a la familia si la veían llegar a ese punto. Cuando me despedí, mami estaba increíblemente tranquila…
Me sentía orgullosa de la forma en que la había acompañado. Sin embargo, sentí que no daba abasto. Sentía que no era suficiente. Las dudas seguían en mí y me acompañaron a mi cuarto de hotel.
La mañana siguiente
El momento en que ignoré mi intuición, mi mayor arrepentimiento. La pura evidencia de mi propia humanidad.
No sé por qué a la mañana siguiente pensé que tenía más tiempo y decidí acompañar a mi novio a visitar a un tío que también había tenido un pequeño infarto. Y que vivía a horas de Orlando…
Mi novio me preguntó: “¿Segura? lo podemos dejar para otro día.”
“No, no, está bien. Mejor vamos ahora y así me quedo con mami toda la noche…” dije asumiendo que tenía tiempo. ¿Tiempo? Todo me parece tan obvio ahora, pero en ese momento creo que mi cerebro no estaba pensando bien.
A mitad de camino había tráfico y mi novio me vuelve a preguntar si de verdad no quería ir a ver a mami esa mañana y dejarlo para más tarde… Lo pensé, pero volví a ignorar mi intuición y le dije que estaba bien, que continuáramos.
Tic-toc, tic-toc
En casa de sus tíos me comencé a sentir ansiosa, me preguntaba si había cometido un grave error y quería regresar inmediatamente a ver a mami pero no quería ser descortés con su familia... miraba el reloj constantemente. Estábamos a horas de distancia. Cada vez era más evidente el error que había cometido... las 3:00 pm marcaban en el reloj... las 3:20 pm, 3:35 pm, "tic-toc, tic-toc"...
Nos despedimos de su familia y comenzamos a guiar en dirección a Orlando. Desde mi perspectiva y por el tráfico la guagua no podía moverse más lento. En mi mente yo me repetía "Ay, Paloma, cometiste un error. No escuchaste tu intuición. No aprendes. No pensaste bien. No escuchaste tu intuición. No aprendes" una y otra vez estos eran los mensajes que habitaban mi mente.
Hasta que recibí la llamada...
Al otro lado del teléfono la voz de mi hermano me decía...
"Paloma, me llamaron. Mami falleció. Murió a las 3:45 pm."
Mi corazón latiendo, mis lágrimas bajando, mi cuerpo paralizado... "Gracias... (silencio)... no puedo hablar... te veo en un par de horas..."
Mi corazón se rompió.
Un enorme sentido de culpa invadió mi cuerpo. "No estuviste en su último aliento. Fuiste egoísta por miedo. Por no haber seguido tu intuición. Por evitar más dolor. Tú podías con más Paloma. Tú eres fuerte. Pudiste haber estado. Pudiste haber estado. Pudiste haber estado..." Un enorme vacío se materializó en cuestión de segundos en mi pecho. La pregunta que tanto temía y que me habitaba en la sombra tomó fuerzas: "¿Soy buena hija o no?... ¿Verdaderamente seré buena hija?... ¿Cómo no me di cuenta de que le quedaba muy poco? Era lógico. Soy tan torpe. Era obvio Paloma." El auto-castigo fue real en esos momentos llenos de dolor. La eterna pregunta de si soy buena hija o no, la historia de Conor O'Malley y la mía entrelazándose. El siempre haber querido evitarle cualquier tipo de dolor a mami. El querer salvarla una y otra vez y el nunca sentir que fui suficiente...
Y así, una nueva y dolorosa realidad llegó a mi vida. La ausencia de mami en este plano existencial tomó forma. Se hizo realidad. Tuvo hora de partida y yo de iniciación.
Los carros pasaban a mi alrededor, el mundo seguía moviéndose y yo sentía unas ganas enormes de que TODO parara... "¡Qué crudeza es que la vida continúe sin ti! El mundo no se ha enterado que mi mamá no está, mi mamá se ha ido, mi mamá ha fallecido. El mundo no sabe que el ser más importante de mi vida trascendió. El mundo no para por nada ni nadie. El mundo sigue..."
Pensarlo aún me rompe el corazón. Con el tiempo he ido aprendiendo a aceptarlo. A soltar. A entregarme a lo que sí hice y pude hacer antes de su partida. A lo que es. Y a lo que me está iniciando a ser...
¿Por qué escribo sobre esto?
Y gracias por haber llegado hasta aquí…
Últimamente siento un dolor desgarrador que nunca había experimentado antes. Extraño profundamente a mi mamá.
El duelo está tan vivo en mí. No la he terminado de llorar. Y hay días que me siento tan exhausta, tan agotada… sé que en parte es el duelo pidiéndome espacio.
Escribir esto me ha permitido llorarla. Me ha permitido verbalizar algo que aún me pesa y sigo procesando.
Siento que mi alma me está guiando. A través de lo que comparto en este espacio también estoy documentando este proceso con la esperanza de que le arroje luz a quien esté pasando por una experiencia similar.
Esta semana en mi práctica privada de reconexión y diálogo con mi alma, lo femenino ha hecho acto de presencia. En mis cartas de oráculo me salieron mensajes de empoderamiento femenino, encarnación de la energía femenina, fertilidad, seguir el llamado del alma, la mística, hacer integración y tomar acción enraizada y conectada con la tierra. Para mí ha sido muy claro el mensaje. Siento que tiene que ver con lo que estoy creando en este espacio. Siento que Auténticamente Alineada tiene mucho que ver con el honrar al femenino. Con crear un nuevo paradigma que esté en alineación con el misterio, la gentileza y la profundidad que la energía femenina posee. En alineación con el gran poder que habita en la ciclicidad de nuestra naturaleza y que forma parte de la esencia de la vida. Con eso que está vivo, muere o pasa por procesos de alquimia.
Honestamente no siento que este escrito esté verdaderamente culminado. Siento que, a pesar de que escribí mucho, hay tanto más por procesar y compartir. Pero quería dejarles saber dónde me encuentro y a dónde estoy siendo guiada a ir. Quería reflejar mi humanidad y mostrarles que, aunque vivo comprometida a escuchar el llamado de mi alma, aún hay momentos en que me cuesta escucharla. Aún hay momentos que ignoro a mi intuición y me arrepiento. La humanidad que nos habita es pura. No me interesa rechazar mi humanidad. Me interesa honrarla. Tal vez de alguna forma mi inconsciente me estaba protegiendo. No lo sé. No hay forma de que yo pueda saber por qué decidí esa mañana ir a otro lugar. No hay forma de que pueda cambiar lo que pasó. Y por eso me entrego. Por eso lo escribo y lo suelto.
De corazón te doy las gracias por leerme y estar aquí. Por de alguna forma acompañarme y sostenerme en este ciberespacio. Por inspirarme a compartir mi humanidad contigo para que tú también puedas permitirte soltar…
Un enorme abrazo,
Paloma
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